En 1918 el terreno del camposanto, ubicado en la céntrica Avenida Bulnes, presentaba las mismas cuatro hectáreas que hoy tiene, pero fue en ese año cuando se iniciaron las obras de construcción del monumental portalón de entrada por los profesionales Trouvé y Ciscutti. La obra fue financiada por Sara Braun Hamburguer y su padre Elías Braun, y la construcción se terminó en el año 1923.
El portal desemboca en una hermosa plaza que distribuye las avenidas de cipreses canadienses a la manera de parque inglés, finamente arreglados; y en el centro, una cruz monumental donada por Alfonso Menéndez corona la bienvenida. Tiene además cuatro avenidas orientadas del poniente y al oriente que dan paso a la formación de distintos cuarteles, donde se encuentra plasmada la historia de la colonización de Magallanes en un ambiente que reconforta los sentimientos de tranquilidad a quienes visitan el lugar.
La capilla y los mausoleos que se ordenan en sus calles interiores poseen gran riqueza de formas y estilos con una rica ornamentación, terminaciones en mármol, bronce, esculturas y forjados de hierro. Destacan las capillas de las grandes familias por su diseño y riqueza, tales como las de Menéndez-Behety, Braun Hamburger, Blanchard, Sara Braun, Kusanovic, Menéndez-Montes, entre otras. En su gran mayoría las más ostentosas han sido construidas durante las tres primeras décadas del siglo XX.
También poseen interesantes edificaciones fúnebres las diversas instituciones como las sociedades mutualistas, colonias extranjeras, los Salesianos, quienes poseen una capilla diseñada por el Padre Juan Bernabé en el año de 1902.
Sus Atractivos
Las leyendas que giran en torno a un cementerio siempre son atractivas para los visitantes, pero el de Punta Arenas guarda historias extrañas desde sus inicios. Las voces de la ciudad cuentan que cuando Sara Braun donó los fondos para el pórtico del cementerio puso como única condición que una vez que sus restos ingresaran a través de la puerta de la nave central, ésta debía ser cerrada definitivamente. Lo cierto es que los historiadores no han podido confirmar este rumor, pero desde ese entonces aquella puerta no ha sido utilizada, cumpliéndose así el deseo de una de las mujeres más influyentes de la Patagonia.
Otra atractiva curiosidad es el famoso Indio Desconocido. Los hechos están oscurecidos con la nebulosa del tiempo y no se sabe con certeza cuál es la verdadera historia de este personaje, que se convirtió una figura venerada por cientos de fieles. La leyenda comienza en los años «30 y se relaciona con la muerte de un indígena en la Isla Diego de Almagro. Las autoridades de la época quisieron darle santa sepultura al cuerpo y lo enterraron en una tumba donada por la administración del cementerio.
Curiosamente, 20 años después comenzaron a aparecer velas alrededor del sepulcro y un par de monedas que se fueron incrementando con el tiempo. Ya en 1968 el lugar estaba lleno de placas de agradecimiento por favores concedidos y Magdalena Vrsalovic recogía el dinero para donarlo a la Cruz Roja. Fue entonces cuando ella junto a otras personas gestionaron la creación de una tumba monumental con la figura en bronce del Indio Desconocido, creada por el escultor Edmundo Casanova y adorada por los aún fieles del indígena.
El cementerio de Punta Arenas es uno de los atractivos de la ciudad que el visitante no puede perderse. A través de los nombres inscritos en las lápidas comprobará lo cosmopolita que fue esta ciudad en sus inicios, y a través de la riqueza de sus mausoleos el esplendor que vivió. El ambiente es especialmente inspirador, por ello no es raro que varios escritores dediquen sus poemas al místico cementerio Municipal de Punta Arenas.
Por Verushcka Vrsalovic
Fuente: Chile.com